En el marco de las naciones desarrolladas, Nueva Zelanda es uno de los países que más uso hace de las TIC aplicadas a la salud pública; sus 1100 centros de asistencia primaria disponen de historia clínica electrónica, que permite: la administración del listado de problemas del paciente y la introducción de notas en cuanto a su progreso clínico, peticiones de análisis, pruebas de laboratorio y rayos X, gestión de cuidados crónicos y emisión de recetas electrónicas, entre otros. El objetivo de este informe de la Commonwealth Fund es extraer para otros países una lección del caso neozelandés, explicando sus éxitos y desafíos en la aplicación de las TIC. |
Contexto
A principio de los años 90, el sistema sanitario neozelandés sufrió una reforma radical cuyo propósito fue reducir gastos y ralentizar el crecimiento de los costes. El impulso que el gobierno imprimió entonces hacia una reestructuración de la sanidad fue favorecido por la participación del sector privado, lo que combinado con leyes de privacidad adecuadas permitió el surgimiento de un entorno favorable a la innovación, uso y desarrollo de las tecnologías de la información (TIC). Así, la tendencia hacia un sistema sanitario dominado por la atención primaria se vio acompañada por una tendencia similar hacia la informatización de los historiales médicos.
Pese a tener uno de los niveles de gasto per cápita más bajos de la OCDE, el sistema sanitario neozelandés ofrece un buen rendimiento, a juicio de la Commonwealth Fund.
Este artículo examina los motivos del éxito de Nueva Zelanda en la transición de su sector sanitario a la sociedad de la información.
Precedentes
Ya en 1993, pese a que menos del 10% intentase archivar en ellos información clínica, un 30% de las consultas en Nueva Zelanda disponía de ordenadores. También, desde los años 80, un pequeño número de médicos había experimentado la inclusión de herramientas informáticas en su trabajo. Algunos de ellos, tras desarrollar sus propios sistemas, habían terminado abandonando la práctica para unirse a compañías emergentes especializadas en las TIC. Con ello se perfilaba ya un mercado dinámico y altamente competitivo.
Además, en 1992, el ministerio de salud impulsó una serie de medidas que resultarían clave en el desarrollo de una infraestructura de la sanidad basada en las TIC. Dos de ellas especialmente: la primera, la creación de un índice sanitario nacional, con un único identificador sanitario por individuo, el NHI; la segunda, ayudas al sector privado para desarrollar y vender servicios electrónicos.
El NHI y las leyes de protección de datos
A cada ciudadano (y visitante) de Nueva Zelanda le corresponde desde entonces un número de identificación sanitario. Éste es requerido en la emisión de cualquier demanda, receta, tratamiento... Su utilización fuera del ámbito sanitario queda prohibida por ley. El NHI permite vincular con exactitud la información existente sobre un paciente, sin importar dónde esté ésta guardada (aunque el historial clínico es el soporte principal, en él se archivan las interacciones del paciente con la asistencia primaria y los resultados de pruebas, análisis, consultas a especialistas y altas de hospital).
Paralelamente a la creación del NHI, en 1993 se redactó una enmienda a la Ley de Privacidad de Nueva Zelanda, el código de privacidad para la información sanitaria. Los actores del sector, conscientes del carácter innegociable de la privacidad individual, entendieron la necesidad de este código, que limita el intercambio de información susceptible de ser identificada como personal, y exige para ello el consentimiento del paciente. Una comisión fue creada también con el fin de velar por el respeto del código y actuar de defensor del pueblo.
Integración del sector sanitario
Las firmas especializadas en comunicación por red y sistemas de seguridad fueron un elemento básico en el proceso. Su servicio ofreció como principales ventajas:
A principio de los años 90, el sistema sanitario neozelandés sufrió una reforma radical cuyo propósito fue reducir gastos y ralentizar el crecimiento de los costes. El impulso que el gobierno imprimió entonces hacia una reestructuración de la sanidad fue favorecido por la participación del sector privado, lo que combinado con leyes de privacidad adecuadas permitió el surgimiento de un entorno favorable a la innovación, uso y desarrollo de las tecnologías de la información (TIC). Así, la tendencia hacia un sistema sanitario dominado por la atención primaria se vio acompañada por una tendencia similar hacia la informatización de los historiales médicos.
Pese a tener uno de los niveles de gasto per cápita más bajos de la OCDE, el sistema sanitario neozelandés ofrece un buen rendimiento, a juicio de la Commonwealth Fund.
Este artículo examina los motivos del éxito de Nueva Zelanda en la transición de su sector sanitario a la sociedad de la información.
Precedentes
Ya en 1993, pese a que menos del 10% intentase archivar en ellos información clínica, un 30% de las consultas en Nueva Zelanda disponía de ordenadores. También, desde los años 80, un pequeño número de médicos había experimentado la inclusión de herramientas informáticas en su trabajo. Algunos de ellos, tras desarrollar sus propios sistemas, habían terminado abandonando la práctica para unirse a compañías emergentes especializadas en las TIC. Con ello se perfilaba ya un mercado dinámico y altamente competitivo.
Además, en 1992, el ministerio de salud impulsó una serie de medidas que resultarían clave en el desarrollo de una infraestructura de la sanidad basada en las TIC. Dos de ellas especialmente: la primera, la creación de un índice sanitario nacional, con un único identificador sanitario por individuo, el NHI; la segunda, ayudas al sector privado para desarrollar y vender servicios electrónicos.
El NHI y las leyes de protección de datos
A cada ciudadano (y visitante) de Nueva Zelanda le corresponde desde entonces un número de identificación sanitario. Éste es requerido en la emisión de cualquier demanda, receta, tratamiento... Su utilización fuera del ámbito sanitario queda prohibida por ley. El NHI permite vincular con exactitud la información existente sobre un paciente, sin importar dónde esté ésta guardada (aunque el historial clínico es el soporte principal, en él se archivan las interacciones del paciente con la asistencia primaria y los resultados de pruebas, análisis, consultas a especialistas y altas de hospital).
Paralelamente a la creación del NHI, en 1993 se redactó una enmienda a la Ley de Privacidad de Nueva Zelanda, el código de privacidad para la información sanitaria. Los actores del sector, conscientes del carácter innegociable de la privacidad individual, entendieron la necesidad de este código, que limita el intercambio de información susceptible de ser identificada como personal, y exige para ello el consentimiento del paciente. Una comisión fue creada también con el fin de velar por el respeto del código y actuar de defensor del pueblo.
Integración del sector sanitario
Las firmas especializadas en comunicación por red y sistemas de seguridad fueron un elemento básico en el proceso. Su servicio ofreció como principales ventajas:
- Pactar por contrato unos estándares precisos para favorecer la interoperabilidad.
- Disponer de expertos en la solución de problemas complejos.
- Promocionar en el sector privado la inversión en tecnología costosa, reduciendo el factor riesgo en la propia inversión del gobierno.
- Mejor calidad tanto en la gestión de actividades de alto riesgo como las de intercambio de información sanitaria.
- Crear un entorno competitivo atento a la demanda que impulsó la innovación.
La llegada de Internet supuso un reto; mejoraba significativamente la tecnología disponible para el intercambio de datos pero creaba también riesgos en la seguridad. Healthlink rediseñó su software para conectar sus servicios de mensajería vía Internet, y promovió diversos métodos de autentificación, como las firmas digitales.
En 1996 la firma comenzó a trabajar con agencias del gobierno en un sistema electrónico intranet que acabaría convirtiéndose en el actual Health Network. Un 30% de los practicantes lo incorporó el primer año. Dos años después hasta un 70% de los médicos lo había adoptado.
La transición hacia un sector sanitario integrado por informatización avanzaba a grandes pasos. Entretanto, la aplicación de los historiales electrónicos en la gestión de tareas como la inmunización de la hepatitis B (y un aumento de la funcionalidad de éstos como consecuencia) había hecho de ellos "herramientas esenciales". El gobierno, que ya había impulsado el proceso mediante concesiones en algunas regiones para la compra de ordenadores, anunció en 1998 que con el cambio de siglo el acceso a estas tecnologías debía ser aplicado en todo el territorio.
Interoperabilidad
La supervisión y gestión del desarrollo de estándares en el sector sanitario neozelandés corrió a cargo de un secretariado bajo los auspicios del ministerio de sanidad: la organización de estándares para la información sanitaria de Nueva Zelanda, HISO.
Este gabinete trabaja con un consorcio de vendedores y compradores en el desarrollo de estándares requeridos para el desarrollo de servicios o la ejecución de proyectos específicos. Su rol de liderazgo en el ámbito de los estándares a lo largo del proceso de informatización fue clave para el exitoso resultado de compatibilidad en el intercambio de datos entre los sistemas de asistencia primaria, hospitales, radiología, y laboratorio, entre otros.
La HISO está en contacto también con otras agencias internacionales para garantizar la sincronía con la actividad y el desarrollo internacional. Nueva Zelanda es uno de los nueve países miembros de la organización por el desarrollo de estándares internacionales.
Actualidad
Los médicos neozelandeses han acabado incorporando las TIC gracias al soporte técnico ofrecido por los fabricantes de HCE, Healthlink, las asociaciones independientes y las organizaciones de la salud pública. El proceso ha sido exitoso quizá también por lo paulatino de la transición. Hoy, los 1100 centros de asistencia neozelandeses disponen de historiales clínicos informatizados que permiten la administración del listado de problemas del paciente y la introducción de notas en cuanto a su progreso clínico, la emisión de recetas electrónicas, peticiones de análisis, pruebas de laboratorio, rayos X, seguimiento de enfermedades crónicas, etc.
Estas tecnologías se aplican también cada vez más en el contacto con el paciente neozelandés y le permiten organizar sus visitas. Sin su interés, visible ya en 1997, tampoco habría podido darse esta transición.
Referencia bibliográfica
Protti, D., Bowden, T. Electronic Medical Record Adoption in New Zealand Primary Care Physician Offices. CommonWealth Fund. 2010 [acceso 29 de octubre 2010]. Disponible en:http://www.commonwealthfund.org/~/media/Files/Publications/Issue%20Brief/2010/Aug/1434_Protti_electronic_med_record_adoption_New_Zealand_intl_brief.pdf
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